Ha llegado para mí la hora del sacrificio y se acerca el momento de mi partida. He luchado bien en el combate, he corrido hasta la meta, he perseverado en la fe. Ahora sólo espero la corona merecida, con la que el Señor, justo juez, me premiará en aquel día, y no solamente a mí, sino a todos aquellos que esperan con amor su glorioso advenimiento. (2 Tim 4:6-8,17-18)
El martirio de los santos Pedro y Pablo significó que la Iglesia en Roma podría reclamar a los dos más grandes apóstoles en su corona de justicia. Ambos apóstoles trabajaron cada uno a su manera para llevar el evangelio al mundo. Y como testifican las Escrituras, ambos podrían decir: “He luchado bien en el combate, he corrido hasta la meta, he perseverado en la fe”.