‘¡Cuántos trabajadores en casa de mi padre tienen pan de sobra, y yo, aquí, me estoy muriendo de hambre! Me levantaré, volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Recíbeme como a uno de tus trabajadores’. (Lc 15:17-19)
La Parábola del Hijo Pródigo—es muy conocida. Pero escucha lo que el hijo menor dice: “Ya no merezco llamarme hijo tuyo. Recíbeme como a uno de tus trabajadores”. El hijo no aprendió nada de la lección. Quería ganarse el pan pero el padre no le hizo caso. Nosotros tampoco podemos ganar el regreso por nuestros esfuerzos. La gracia es gratis. Sea lo que sea, nunca dejamos de ser los hijos de Dios. Como dice el padre: “Este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado, ¡que comamos y hagamos una fiesta!