Bienvenidos

Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”. (Lc 1:39-45)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/122122.cfm
La oración que llamamos el “Ave María” está formada de las palabras del ángel a María en la Anunciación y por las palabras de Isabel en el evangelio de hoy. Desde que María se unió en constante oración a los primeros discípulos (Hechos 1:14), la iglesia ha invocado constantemente las oraciones de la Madre de Dios, porque por medio de ella hemos recibido el amanecer radiante, Cristo nuestro Señor, cuya venida esperamos.