El rey Nabucodonosor, estupefacto, se levantó precipitadamente y dijo a sus consejeros: “¿Acaso no estaban atados los tres hombres que arrojamos al horno?” Ellos contestaron: “Sí, señor”. El rey replicó: “¿Por qué, entonces, estoy viendo cuatro hombres sueltos, que se pasean entre las llamas, sin quemarse? Y el cuarto, es semejante al hijo de Dios.
(Dan 3:13-20,91-92,95)
El horno ardiente es una imagen sorprendente en el libro de Daniel. Dios libera a sus amados cuando claman: ¡A ti gloria y alabanza por los siglos! (Dan 3)