El ayuno que yo quiero de ti es éste, dice el Señor:
Que rompas las cadenas injustas
y levantes los yugos opresores;
que liberes a los oprimidos
y rompas todos los yugos;
que compartas tu pan con el hambriento
y abras tu casa al pobre sin techo;
que vistas al desnudo
y no des la espalda a tu propio hermano.
(Is 58:1-9a)
La espiritualidad de Jesús siempre tiene sus raíces en los cuerpos. Si queremos acercarnos más a Dios, entonces necesitamos acercarnos más a nuestro prójimo, para hacer las obras de la justicia. Hacer justicia nos acerca a Dios.