“¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es ésta? Este hombre tiene autoridad para mandar hasta a los espíritus inmundos y lo obedecen”. Y muy pronto se extendió su fama por toda Galilea.
(Mc 1:21-28)
Jesús enseñó con autoridad. Por supuesto, somos humanos débiles y ansiamos ese tipo de autoridad para nosotros mismos. Queremos que nuestra palabra sea ley. A veces olvidamos que la autoridad de Jesús proviene del amor y del servicio. En el jardín, Jesús oraba: "¡No se haga mi voluntad, sino la tuya!" (Lc 22:42)