Aún no conocía Samuel al Señor, pues la palabra del Señor no le había sido revelada. Por tercera vez llamó el Señor a Samuel; éste se levantó, fue a donde estaba Elí y le dijo: “Aquí estoy. ¿Para qué me llamaste?”
Entonces comprendió Elí que era el Señor quien llamaba al joven y dijo a Samuel: “Ve a acostarte, y si te llama alguien, responde: ‘Habla, Señor; tu siervo te escucha’ ”. Y Samuel se fue a acostar.
De nuevo el Señor se presentó y lo llamó como antes: “Samuel, Samuel”. Éste respondió: “Habla, Señor; tu siervo te escucha”.
(1 Sm 3:3b-10,19)
Cuando creces en la iglesia bautista, la escuela dominical (la catequesis) es una parte esencial de la vida. Recuerdo a mi primera maestra de escuela dominical, la Sra. Strong. Esta anciana nos reunió a los niños a su alrededor y nos contó las historias bíblicas más maravillosas. Su historia del niño Samuel durmiendo en el templo y escuchando la voz del Señor permanece conmigo siempre.