R. Aleluya, aleluya.
Todo lo considero una pérdida y lo tengo por basura,
para ganar a Cristo y vivir unido a él.
R. Aleluya. (Flp 3:8-9)
A él, que, con su poder que actúa eficazmente en nosotros, puede hacer infinitamente más de lo que le pedimos o entendemos, le sea dada la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús, por todas las edades y por todos los siglos. Amén. (Efe 3:20-21)
Dios siempre está actuando eficazmente en nosotros para cumplir su divina voluntad. Recuerdo bien cuando recibí a mi mamá querida en la iglesia católica en diciembre 1988, y en enero 1989, hicimos una peregrinación a Roma y Asís, nosotros dos. Ella tenía encuentro con Juan Pablo II dos veces: primero en la audiencia en el Vaticano; y una semana después en la Basílica de San Pablo extra muros, en la fiesta de la Conversión de San Pablo.