Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

Reconocemos que el Señor, Dios nuestro, es justo, y todos nosotros, los habitantes de Judea y de Jerusalén, nuestros reyes y príncipes, nuestros sacerdotes, profetas y padres, nos sentimos hoy llenos de vergüenza, porque hemos pecado contra el Señor y no le hemos hecho caso; lo hemos desobedecido y no hemos escuchado su voz ni hemos cumplido los mandamientos que él nos dio. (Bar 1:15-22)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/100325.cfm
Sentirse “llenos de vergüenza” debería provocar un momento de arrepentimiento. Pero eso rara vez ocurre hoy en día. Nuestro trato a los inmigrantes, a los pobres y a los marginados se acepta como parte necesaria para hacernos grandes otra vez. Los profetas no tienen problemas en llamarnos mentirosos y asesinos.