No permita Dios que yo me gloríe en algo que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo. (Gál 6:14-18)
Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir. (Lc 10:1-12, 17-20)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/070625.cfm
La vida de un misionero es muy difícil. Recuerdo a mi amigo, el Padre Ted Hochstatter (1949-2022. Asistí a su ordenación y a su primera Misa de Acción de Gracias, y supe entonces que Dios lo usaría para una gran obra. El llamado de Dios le llegó a través de la Madre Teresa. El Padre Ted se hizo sacerdote misionero que trabajó con las Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa en África. El Padre Ted pasó más de 20 años trabajando con los más pobres de Kenia. Tal vez no estaremos llamados a los últimos rincones del mundo, pero podemos chismear el evangelio en nuestro rinconcito.
Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
Domingo, XIV Tiempo Ordinario
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