Entonces el Señor los dispersó por toda la tierra y dejaron de construir su ciudad; por eso, la ciudad se llamó Babel, porque ahí confundió el Señor la lengua de todos los hombres y desde ahí los dispersó por la superficie de la tierra. (Gén 11:1-9)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/022125.cfm
La historia de la Torre de Babel encuentra su punto inverso en el Día de Pentecostés, en los Hechos de los Apóstoles, cuando cada uno puede escuchar el evangelio en su propia lengua. Recuerdo que cuando estaba en el seminario y conducía hacia un pueblo vecino había un cartel que anunciaba el Banco Nacional Alemán-Americano: Wir sprechen Ihre Sprache (Hablamos tu idioma). ¡Hablar el idioma del pueblo no sólo es un buen negocio, también es una buena evangelización!
Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
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