Además, Cristo nos redimió de la maldición de la ley, haciéndose objeto de maldición por nosotros, puesto que la Escritura dice: Maldito sea aquel que cuelga de un madero. Esto sucedió para que la bendición otorgada por Dios a Abraham llegara también, por Cristo Jesús, a los paganos y para que recibiéramos, por medio de la fe, el Espíritu prometido. (Gál 3:7-14)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/101124.cfm
Cristo se convirtió en maldición para nosotros. Como siempre ha proclamado la Iglesia: “¡Jesús murió por todos!” Y como el viejo himno nos invita a cantar: “¡Qué maravilloso amor es este!”