Que mis ojos lloren sin cesar de día y de noche, porque la capital de mi pueblo está afligida por un gran desastre, por una herida gravísima. ¿Por qué nos has herido tan gravemente, que ya no tenemos remedio? Esperábamos tranquilidad y sólo hay perturbación; esperábamos la curación y sólo encontramos miedo. Reconocemos, Señor, nuestras maldades y las culpas de nuestros padres; hemos pecado contra ti. (Jeremías 14:17-22)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/073024.cfm
Jeremías, como la mayoría de los profetas, no era muy popular. De hecho, su vida siempre estuvo en peligro. Pero su amor por el pueblo de Dios dio lugar a algunas de las poesías más trágicas de todos los profetas. La foto de hoy es de Marc Chagall, Jeremías, Hombre de Lágrimas.
Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
Martes, Semana XVII, Tiempo Ordinario
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