Simeón tomó al niño en brazos y bendijo a Dios, diciendo: "Señor, ya puedes dejar morir en paz a tu siervo, según lo que me habías prometido, porque mis ojos han visto a tu Salvador, al que has preparado para bien de todos los pueblos; luz que alumbra a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel". (Lc 2:22-35)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/122923.cfm
"¿Nadie me librará de este sacerdote entrometido?". Esa fue la pregunta que Enrique II de Inglaterra hizo a sus cortesanos y precipitó el martirio de Tomás Becket, arzobispo de Canterbury. A veces es difícil seguir al Príncipe de la Paz.
Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
Santo Tomás Becket, obispo y mártir, Octava de Navidad, 29 de diciembre
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