Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

Dijo María: "Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava. Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre". (Lc 1:46-56)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/122223.cfm
En su sabiduría, la Iglesia pone en nuestros labios el himno de alabanza de María, para que cada día cantemos las alabanzas de Aquel "que derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, que colma de bienes a los hambrientos y despide vacíos a los ricos". Como alguien observó una vez, si quieres celebrar a Cristo en la Navidad, entonces da de comer al hambriento, viste al desnudo, perdona al culpable, acoge al indeseado, cuida del enfermo, ama a tus enemigos y haz a los demás lo que quisieras que hicieran contigo. Oh Rey de las naciones y Deseado de los pueblos, Piedra angular de la Iglesia, que haces de dos pueblos uno solo: ven y salva al hombre, que formaste del barro de la tierra.