Estamos muy agradecidos por nuestro viaje a Europa del Este: Alemania, República Checa, Hungría, Eslovaquia, Austria y Polonia. En medio de las hermosas iglesias y la arquitectura, los efectos duraderos de la agresión humana y la guerra aún se pueden ver y, lamentablemente, continúan ocurriendo en Ucrania. Nuestra visita a Auschwitz-Birkenau (donde más de un millón de personas fueron ejecutadas sistemáticamente) fue la parte más profunda e inquietante de este viaje. Pero la gente maravillosa que conocimos y nuestras visitas a los santuarios del Niño Dios de Praga y de Nuestra Señora de Częstochowa nos recordaron que Dios es más grande que lo peor que podemos hacer los humanos y que todos tenemos el deber de cuidarnos los unos a los otros, especialmente a los más vulnerables. En todas partes vimos signos de esperanza para la humanidad: en el memorial del Holocausto en Varsovia, junto a la bandera polaca, estaban las banderas de Ucrania y del Arcoíris.