Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él. (Jn 3:16-21)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/041923%2Ccfm
Algunos han llamado a Juan 3:16 el corazón del evangelio, y tal vez lo sea. Pero sin “Ámense unos a otros como yo os he amado” (Jn 13:34), el evangelio no tiene sentido. Según Jesús, el verdadero corazón del evangelio es amar, amar a Dios y amar al prójimo. Y no es posible separarlos. Como dijo Dorothy Day, “Sólo amo a Dios tanto como amo a la persona que menos amo”.