Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!” Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado. (Lc 18:9-14)
https://www.eucaristiadiaria.cl/dia_cal.php?fecha=2023-03-18
La Parábola del Publicano y el Fariseo es la fuente de la Oración de Jesús: ¨Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador”. Después de la Resurrección, la Virgen María permaneció en oración con los discípulos y desde entonces siempre ha sido un símbolo de un corazón en sintonía con Dios.