En aquellos días, Naamán, general del ejército de Siria, gozaba de la estima y del favor de su rey, pues por su medio había dado el Señor la victoria a Siria. Pero este gran guerrero era leproso. Sucedió que una banda de sirios, en una de sus correrías, trajo cautiva a una jovencita, que pasó luego al servicio de la mujer de Naamán. Ella le dijo a su señora: “Si mi señor fuera a ver al profeta que hay en Samaria, ciertamente él lo curaría de su lepra”. (2 Reyes 5:1-15)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/031323.cfm
Mucho depende de los personajes anónimos de las Escrituras. Hoy, la pequeña esclava que valientemente habla sobre el profeta en su país se convierte en el medio por el cual llega la curación al comandante sirio. Y luego, Jesús hablando de que Dios intervino a favor de los ¨extranjeros¨ demuestra ser demasiado para la gente de su ciudad natal de Nazaret: quieren matarlo. La foto de hoy es de dos peregrinos lavándose en el río Jordán.