Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él. (Jn 3:16-17)

Yo crecí en la Iglesia Bautista en el Sur de los Estados Unidos. De niños fuimos entrenados en los versículos de la Biblia. Había una rutina de práctica se llamaba “Práctica con la Espada de la Biblia” para practicar buscar versículos en la Biblia. Pues, como Católico yo aprendí que para estudiar la Biblia es necesario saber el contexto del pasaje. Como niños en la Iglesia Bautista todos conocíamos el versículo Juan 3:16 porque tenía fama . . . pero muy pocos conocíamos el versículo Juan 3:17.