Después de esto, la gente le llevó a Jesús unos niños para que los tocara, pero los discípulos trataban de impedirlo.
Al ver aquello, Jesús se disgustó y les dijo: “Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios es de los que son como ellos. Les aseguro que el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él”. Después tomó en brazos a los niños y los bendijo imponiéndoles las manos. (Mc 10:2-16)
"¡No niños inquietos cerca de Jesús, no bebés llorando!" Los discípulos de todas las épocas son iguales: los niños deben ser vistos pero NO escuchados. Pero Jesús no tiene problemas con los bebés que lloran ni con los niños inquietos. De hecho, Jesús se lo deja muy claro a los discípulos al tomar a los niños en sus brazos y bendecirlos.