Y comerán así: Con la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano y a toda prisa, porque es la Pascua, es decir, el paso del Señor.
Yo pasaré esa noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos del país de Egipto, desde los hombres hasta los ganados. Castigaré a todos los dioses de Egipto, yo, el Señor. La sangre les servirá de señal en las casas donde habitan ustedes. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo y no habrá entre ustedes plaga ex-terminadora, cuando hiera yo la tierra de Egipto. Ese día será para ustedes un memorial y lo celebrarán como fiesta en honor del Señor. De generación en generación celebrarán esta festividad, como institución perpetua’ ” (Exodo 11:10-12:14).
La historia de la Pascua es la historia de la liberación del pueblo de Israel. San Pablo vincula la imagen del Cordero pascual a la Eucaristía para decir: “Cristo, nuestra Pascua, ha sido sacrificado, celebremos la fiesta con los panes sin levadura de la sinceridad y la verdad” (1 Co 5, 7-8).