En el esplendor de la nube se oyó la voz del Padre, que decía: “Éste es mi Hijo amado; escúchenlo” (Mt 17:5).
En la gloria de la Resurrección, Jesús es transfigurado y nosotros también. Lo vemos en nueva luz, y echamos un vistazo a la gloria que nos espera en la Pascua que no acaba.