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Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

Lunes, 23 Noviembre 2020 00:00

LUNES, SEMANA XXXIV, TIEMPO ORDINARIO

Yo, Juan, tuve otra visión: Vi al Cordero, en pie sobre el monte Sión y con él, ciento cuarenta y cuatro mil personas, que llevaban grabado en la frente el nombre del Cordero y el nombre de su Padre.
Y oí un ruido que venía del cielo, parecido al estruendo del mar y al estampido de un trueno poderoso; el ruido que oía era como el de un gran coro acompañado de arpas. Cantaban un cántico nuevo ante el trono, ante los cuatro seres vivientes y los ancianos.
(Apoc 14:1-3)

Las Escrituras de hoy hablan de la música de arpas. Estoy pensando en mi querida amiga, Donna Germano. Donna falleció hace dos años. Ella tocaba el arpa y el dulcémele (o el salterio). Cuando yo era párroco de Santa Juana de Arco en Asheville, NC, Donna era la música de la Misa de vigilia todos los sábados. Fue divina. Ya ¡nuestra Donna toca para los ángeles ante el trono! El video es de Donna tocando la canción, Greensleaves.

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