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Siguieron adelante, llegaron a un sitio donde había agua y dijo el etíope: "Aquí hay agua. ¿Hay alguna dificultad para que me bautices?" Mandó parar el carro, bajaron los dos al agua y Felipe lo bautizó. Cuando salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe. El etíope ya no lo vio más y prosiguió su viaje, lleno de alegría. (Hechos 8:26-40)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/041824.cfm
La pregunta del eunuco es central: “¿Hay alguna dificultad para que me bautices?" Claro que sí hay dificultad, la ley de Dios dice que una persona como él nunca puede ser admitida en el pueblo de Dios (Deuteronomio 23:1). Sin embargo, Felipe lo bautiza, y el eunuco sigue su camino con alegría.