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En aquellos días, como aumentaba mucho el número de los discípulos, hubo ciertas quejas de los judíos griegos contra los hebreos, de que no se atendía bien a sus viudas en el servicio de caridad de todos los días. Los Doce convocaron entonces a la multitud de los discípulos y les dijeron: “No es justo que, dejando el ministerio de la palabra de Dios, nos dediquemos a administrar los bienes. Escojan entre ustedes a siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a los cuales encargaremos este servicio. Nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de la palabra”. (Hechos 6:1-7)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/041324.cfm
Los problemas lingüísticos han acompañado a la Iglesia desde el principio. Para resolver el problema tenemos la institución de los Siete (¡todos con nombres griegos!), que más tarde se identificarían con los diáconos. María, la Madre de Jesús, y su familia se reunían en oración con la comunidad primitiva (Hechos 1:14).