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En aquel tiempo, se presentó ante Jesús un doctor de la ley para ponerlo a prueba y le preguntó: "Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna?" Jesús le dijo: "¿Qué es lo que está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?" El doctor de la ley contestó: "Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu ser, y a tu prójimo como a ti mismo". Jesús le dijo: "Has contestado bien; si haces eso, vivirás". El doctor de la ley, para justificarse, le preguntó a Jesús: "¿Y quién es mi prójimo?" (Lc 10:25-37)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/071022.cfm
¿Quién es mi prójimo? Bueno, lo que sigue es la Parábola del Buen Samaritano. Por supuesto, Jesús pone el mundo patas arriba y arruina una broma anticlerical perfectamente buena (el sacerdote y el levita ven al hombre medio muerto y lo pasan de largo) al hacer que el enemigo del hombre (el samaritano) sea el que le salve la vida.