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Por eso, al entrar al mundo, Cristo dijo conforme al salmo: “Aquí estoy, Dios mío; vengo para cumplir tu voluntad”. (Heb 10:4-10)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/032522.cfm
La consagración de "nuestras personas, la Iglesia y la humanidad entera, de manera especial Rusia y Ucrania", a Dios a través de las oraciones del Inmaculado Corazón de la Virgen María nos recuerda que seguimos las huellas de Jesucristo, que vino a traer la paz al mundo entero con su Cruz. Como dice el Papa Francisco en su oración, el de María a Dios “abrió las puertas de la historia al Príncipe de la Paz”. A través de las oraciones del Inmaculado Corazón de la Madre de Dios, consagramos al Señor “el futuro de toda la familia humana, las necesidades y y las aspiraciones de los pueblos, las angustias y las esperanzas del mundo”. Que Dios nos guíe ahora por sendas de paz. Amén.