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En aquel tiempo, vio Jesús a un publicano, llamado Leví (Mateo), sentado en su despacho de recaudador de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su casa un gran banquete en honor de Jesús, y estaban a la mesa, con ellos, un gran número de publicanos y otras personas. Los fariseos y los escribas criticaban por eso a los discípulos, diciéndoles: “¿Por qué comen y beben con publicanos y pecadores?” Jesús les respondió: “No son los sanos los que necesitan al médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan”. (Lc 5:27-32)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/030522.cfm
Cuando el Papa Francisco habla de la Eucaristía y dice que la Comunión no es el premio por buena conducta sino que es medicina para los enfermos, es a este pasaje al que se refiere. Como nos recuerda el Gran Médico, “No son los sanos los que necesitan al médico, sino los enfermos”. Hoy tenemos un hermoso himno ucraniano a la Virgen María, la Madre Dolorosa.