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Entonces el rey David se estremeció. Subió al mirador que está encima de la puerta de la ciudad y rompió a llorar, diciendo: “Hijo mío, Absalón; hijo, hijo mío, Absalón. Ojalá hubiera muerto yo en tu lugar, Absalón, hijo mío”. (2 Sam 18:9-10, 14b, 24-25a, 30-19:3)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/020122.cfm
La muerte de Absalón traspasa el corazón de David. Su lamento de angustia es el grito de todo padre que ha perdido a un hijo. Hoy es la fiesta de Santa Brígida de Kildare, una de los tres santos patronos de Irelanda.