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En aquel tiempo, Jesús entró en la sinagoga, donde había un hombre que tenía tullida una mano. Los fariseos estaban espiando a Jesús para ver si curaba en sábado y poderlo acusar. Jesús le dijo al tullido: “Levántate y ponte allí en medio”. Después les preguntó: “¿Qué es lo que está permitido hacer en sábado, el bien o el mal? ¿Se le puede salvar la vida a un hombre en sábado o hay que dejarlo morir?” Ellos se quedaron callados. Entonces, mirándolos con ira y con tristeza, porque no querían entender, le dijo al hombre: “Extiende tu mano”. La extendió, y su mano quedó sana. Entonces se fueron los fariseos y comenzaron a hacer planes, con los del partido de Herodes, para matar a Jesús. (Mc 3:1-6)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/011922.cfm
No es una sorpresa que la buena gente de la iglesia no le gustó que Jesús sanara al hombre de la mano paralizada. En cambio, conspiraron para darle muerte. La foto de hoy es de la pintura, Fariseos (1912) por Karl Schmidt-Rottluff (1884-1976).